Calle del Espejo

Una calle tranquila en el Madrid medieval en la que no hay más espejo que el pintado en los azulejos de la señalización. Su nombre guarda un pequeño enredo, una mala traducción lingüística que dura hasta nuestros días.
Calle del Espejo
El trazado de la calle corresponde tanto a la primera muralla de Madrid, la árabe del siglo IX, como la segunda, levantada en el XII por los cristianos y de la que aún se conservan restos en el interior de la pastelería Santa Eulalia en el nº12 de esta calle. 

El nombre de espejo proviene de un error. En tiempos de los árabes, cuando Madrid era Mayrit, los musulmanes protegieron su ciudad con una muralla cerrada con diversas atalayas con el objeto de avistar el posible acercamiento del enemigo, en este caso los cristianos. Estas torres de vigilancia en latín se denominaban «specula».
La designación del Espejo obedece a una confusión entre «specula» y «speculum». Debido a la antigua posición de la atalaya, en la reconquista cristiana de Madrid se conservó el término en latín para distinguir la zona, pero en una posterior traducción se mezclaron los significados. Por un error de transcripción se cambió «specula» por «speculum», espejo en latín, con el consiguiente bautizo de la calle.
(o eso se cree que sucedió)


El solar del nº 14, también guarda restos arqueológicos de la antigua muralla de Madrid y por ello el Ayuntamiento anunció en enero de este año la propuesta de apertura de los solares que conservan restos de esta muralla, muy deteriorados y abandonados actualmente para ponerlos en valor y dotar de pequeños jardines al centro de Madrid, como este solar de la calle del Espejo.


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